– No quiero ir al manicomio
– No creo que puedas decidir al respecto
– Te lo advierto, no voy a ir a ningún manicomio
– Estás loca de perinola Anastasia
– La loca eres tú, sé de lo que hablo
– Yo también sé lo que digo
– No creo
– Te lo demostraré. Cuando se presente la ocasión te lo demostraré
– Debes prepararte para esa posibilidad
– No me prepararé para nada. La loca eres tú
– Hablo en serio
– Yo también
– Van a venir unos enfermeros a buscarte. Te pondrán una inyección que te relajará y te llevarán a una clínica de reposo
– No quiero ni voy a ir a ningún sitio
– Estás maníaca
– La bipolar eres tú
– No se necesita ser bipolar para entrar en una fase maníaca
– Sí se necesita. La bipolar eres tú. Estás maníaca y hay que llevarte a un manicomio
– Como digas
– Voy a hablar con tu familia y les contaré lo que me estás haciendo
– Y qué te estoy haciendo, sólo por curiosidad?
– No me dejas ser, quieres quitarme mi identidad
– Como digas
– Es verdad, lo puedo probar
– Como digas
– Estúpida, te odio con todas las fuerzas de mi alma y más allá
– Tu alma está enferma
– Y qué tiene, doctora?
– No toleras el amor
– Por qué lo dices?
– Prefieres siempre que te trate a las patadas
– Eso no es cierto
– En tu mente ganas cuando me pongo mala, o cruel o perversa. Dices para tus adentros que pudriste al enemigo que ahora es malo como tú y que lo van a castigar como tu papá te castiga a ti cuando eres mala
– Imbécil. Te odio
– No puedes amarme, no te esfuerces
– Voy a acabar contigo así sea lo último que haga en la vida
– Y si acabas conmigo quién te va a sanar?
– El Cristo
– El Cristo Santo te enferma, te alebresta, te pone mal. No lo toleras
– Cómo dices algo así?
– Hipócrita
– Je je
– Qué quieres de mí?
– Quiero tu muerte
– Por qué y para qué?
– Porque me da la gana y para no aburrirme
– No quieres saber qué tiene el Cristo que tanto te incomoda?
– No
– Por qué?
– Si me afecta como tú dices para qué lo quiero a mi lado?
– Es tu sanidad
– Y para qué quiero yo una sanidad que me enferma?
– Para retener a tu marido e impedir que te dejen sola
– Nunca estaré sola
– Sola en un manicomio
– Idiota. No te digo más porque soy una dama
– Qué me dirías si se presentara otra oportunidad de insultarme?
– Siempre se presentan oportunidades para insultarte
– Qué me dirías?
– Que eres una prostituta
– Porque no usaste la otra palabra
– Porque soy una dama
– El Cristo es tu sanidad
– No dices que me enferma?
– Sí, pero es como una bruma que tienes que atravesar para llegar a Él
– Cómo así?
– Debes ordenar tu deseo
– Cómo el deseo?
– Su belleza es inédita para nuestra vista y se siente demasiado bien su presencia, se presta a confusión. Es como si fuéramos adolescentes y debiéramos ordenar nuestro deseo para que podamos dejarnos arropar con su presencia
– Por qué te pones así?
– Así cómo?
– Como si tu cerebro fuera de concreto y no pasara nada por ahí, ni un nuevo pensamiento
– Cállate, bestia
– Coño, el anticristo otra vez!
– No sabes quién soy
– El demonio
– Ni con quién te metes
– Satán
– Mi influencia llega más lejos de lo que piensas
– El pulpo
– Estoy hablando en serio
– Yo no
– Soy el Anticristo
– No lo dudo
– No tengo amor
– Se dice no siento amor. Primero hay que sentir y luego decides no tener
– No siento amor
– Nadie lo duda
– No me temes? Una persona que no siente amor es peligrosa
– Lo dicho, te sale manicomio
– La que va al manicomio eres tú, bicha inmunda
– Conozco a alguien que quizás quieras ser
– A quién?
– Es muy malo, verdaderamente malo
– Quién es?
– En la época de Pérez Jiménez hubo un esbirro que hizo daño con saña. Le decían Expósito. Todos, sus allegados y sus enemigos, le temían. Pérez Jiménez no supo nunca de él. El director de la policía política le había escondido su habilidad para la tortura por miedo a que Pérez Jiménez lo pusiera en el cargo que él ocupaba. Expósito era aterrador y tenía un fetiche que delataba la violencia y ferocidad de su espíritu, la implacabilidad que silenciaba a su corazón: un diente de oro en el colmillo izquierdo. Cuando quería hacerle saber a los que le rodeaban que iba a dejar salir su diablo interior, chasqueaba los labios y dejaba que reluciera su diente de oro. Esa era su marca, la forma que eligió para figurar su mal. Cuando se presentaba ante un preso, bastaba sólo que viera fijamente a los ojos de la víctima, tumbara a la izquierda su media sonrisa y sacara a relucir el diente de oro, para que esta supiera que iba a enfrentar la muerte y que no había forma de escabullirse. El preso entendía que sólo le quedaba hablar. Todos los que no hablaban morían, indefectiblemente
– Y eso qué tiene que ver conmigo?
– A Expósito le pusieron así porque no tenía madre ni padre ni nadie que se condoliera de su mala suerte. Creció en las calles y su mal destino le enseñó, precozmente, los caminos que conducen al mal y a la mala muerte. Se hizo esbirro cuando le dijeron que Pérez Jiménez iba a ayudar a los pobres para darles una vida mejor. Y fue verdad: él era pobre y Pérez Jiménez le dio una vida mejor. Ser esbirro no era diferente de ser delincuente y tener que defender un terreno que rinde usufructo. La diferencia entre ambos puntos de vista era el traje, el traje fino que Expósito se compraba en la sastrería Galán allá en Mercaderes
– Y eso qué tiene que ver conmigo?
– Expósito fue el peor venezolano en la historia patria de Cayaripe
– Y?
– Tú, con tu absurda gesta, has superado con creces la malignidad de Expósito
– Cállate, bruja
– Como quieras
– No soy como Expósito
– Sabes cuál era su apellido?
– Vientre Vacío. Expósito Vientre Vacío
– Quién le pudo poner un nombre así?
– Los del orfanato al que fueron a llevar al bebé que una desalmada dejó en plena calle a las tantas de la noche
– Yo no soy como él
– Eres peor que él
– Cómo puedes decir algo así?
– Sabes cómo terminó sus días Expósito?
– No
– Conoció a una putica buena moza en el burdel que frecuentaba en la calle Cazadores y la tomó para él. Le montó una casita que ella acomodó como hogar y adonde él siempre iba cuando necesitaba amor. Así terminó Expósito sus días antes que lo mataran los de la revuelta que sacó a Pérez Jiménez del poder
– Y eso qué tiene que ver conmigo?
– Tú no crees en el amor, ni hoy ni ayer ni mañana
– Claro que creo en el amor
– No, tu cuerpo no puede albergarlo. Expósito tuvo más suerte que tú, salvando las distancias morales que la comparación reclama
– No entiendo lo que quieres decir
– Expósito movió finalmente sus recursos internos pese a una montaña de hechos que negaban la legitimidad del amor. No tuvo ni una piche razón para creer en el amor y sin embargo lo buscó e intentó sembrarlo
– Yo soy Expósito, eso quieres decir?
– No, tú no tienes capacidad psicofisiólogica para el amor
– Mientes
– No, por eso eres tan cruel y tan mala. Lo que condena a Expósito es su cuerpo sano. Un cuerpo sano garantiza la visibilidad del camino. Tú tienes el alma forjada en la sanidad y un cuerpo cruelmente enfermo. Lo peor de todo es que mostrarte el diagnóstico genera un efecto más nocivo que ocultártelo
– Qué diagnóstico es ese?
– Para amar se necesitan hormonas y tu cuerpo no produce esas hormonas
– Qué hormonas son esas?
– Casi que subatómicas
– No entiendo
– Es una falla en tu cerebro
– No entiendo
– Hay que enseñarte a amar desde cero
– Por qué?
– Porque tu cuerpo no aprendió el lenguaje del amor. Eso es lo que echas en falta y lo que te pone tan agresiva. No sientes el bien, la oportunidad de redención, el Camino, la Vida Eterna
– Qué debo hacer?
– Bajar la agresividad ahora que ya sabes el origen del problema
– Mientes
– Sé que tiene sentido para ti
– Hay remedio?
– Esa es tu desgracia. Eres un único caso, el primero de muchos que tal vez existan y tal vez expliquen y reordenen el pathos asociado al delito
– Mientes
– Te digo sólo una cosa: agarra mínimo, nadie te persigue para castigarte. Dependes por entero del Cristo. Da el salto: construye la idea del amor para que puedas acceder a Él
– Cómo se construye la idea del amor?
– Por deducción. Tu padre y tu madre te aman?
– Sí
– Contra toda prueba y diagnóstico?
– Sí
– Por qué crees que eso sucede?
– Porque son mis padres
– Y los padres aman a sus hijos?
– Sí, son padres, de eso se trata
– Piensa en Cristo de la misma manera. Es un Padre y te debe amor
– Los padres son pederastas y pedófilos
– No todos
– Pero algunos sí
– No les tienes confianza?
– No
– Y Cristo?
– Es el peor
– Por qué?
– Fue bobo, se dejó matar
– Se dejó matar para poder llegar a ti, a uno como tú
– Y lo salvó?
– Murió para salvarlo, para que él pudiera ver el desenlace de su crucifixión y pudiera creer, tener Fe
– Cómo Fe?
– Para que sintiera la ira del padre
– Cómo la ira?
– Su autoridad
– Cómo se siente su autoridad?
– Lo sabes
– Quiero oírlo de ti
– Cuando dejó que le escupieras el rostro, sentiste la beatitud de su ira, su autoridad, su castigo. No sentiste su amor porque no puedes pero sí su clemencia. En ese encuentro no te reprochó ni juzgó tu mala conducta
– Y dices que eso le pasó a Barrabás?
– Quién sabe, pero sería una buena explicación. En medio de la muerte y el escarnio hallar un delincuente con un alma sentenciada y lograr se produzca empatía, es decir, sanidad, y a la vez comprender los misterios que envuelven el pecado original y la enfermedad del milenio. Esa era la última persona por salvar para asegurar la salvación de la humanidad
Lilian Dagher